La terapia de pareja es una técnica dirigida a la resolución de los problemas derivados de la convivencia.
Estos conflictos inciden no sólo en el bienestar de ambos miembros de la pareja, sino también en el del resto de la família (hijos, padres,etc.). En un hogar, donde la pareja no tiene buena sintonía todo lo de alrededor, queda también alterado, por extensión, generando gran sufrimiento.
La Terapia de Pareja, sirve entonces, para conseguir una dinámica más armónica. Se consigue a través del autoconocimiento de cada miembro de la pareja, y de lo que se proyecta de uno en el otro, sin ser consciente de ello. Propiciará una convivencia más tranquila y satisfactoria, liberada de tensiones.
-¿Qué temas son los más recurrentes en estos tipos de terapias?
El principal motivo por el que se suele consultar, es la discrepancia. La diferencia de pareceres entre los miembros de la pareja, genera un fuerte desencuentro y un profundo malestar. La sensación de no ser comprendido por el otro, provoca sensación de impotencia y soledad.
Otros motivos de consulta pueden ser : la monotonía, el aburrimiento, la desconfianza, la inseguridad, la rivalidad, la ausencia de proyección de futuro, etc.
Esto puede provenir de cualquiera de los ámbitos de la pareja (o de la familia en general): desde el enfoque de la educación que deseamos dar a nuestros hijos, a la administración de la economía
doméstica, el reparto de tareas, o la gestión del tiempo de ocio, por ejemplo. Cualquier tema que requiera tener que tomar decisiones y que suscite, por tanto, la aparición de las diferencias de criterio.
-¿En que consiste esta terapia? ¿Qué herramientas utiliza?
Esta terapia consiste en confrontar a cada uno de los miembros de la pareja con aquellas cuestiones (conflictivas), más arraigadas, las que hacen obstáculo en el buen entendimento con el otro, es decir, los miedos, ansiedades, inseguridades que afloran frente a determinados temas, los “fantasmas” particulares.
Cada uno ha incorporado unos determinados esquemas de percepción de la realidad, que pueden chocar con los del otro.
La herramienta es la palabra. A través de la verbalización de sentimentos, emociones, que vamos constatando en cada situación y de asumir,que existe una cierta dificultad o rigidez para aceptar otros enfoques distintos al nuestro. Suele ocurrir, que pensamos que nuestro enfoque es el correcto , y el del otro, el equivocado. Lógicamente, no siempre es así. Procede entonces, integrar ambos en uno sólo, a modo de negociación.
-¿Qué momento, qué señales, que circunstancias son las que nos deben indicar que necesitamos ayuda?
La desesperanza, el cansancio de ver que repetimos (y no avanzamos), la sensación de haberlo intentado ya todo, la aparición del deseo de separarnos de nuestra pareja…
-Dos no van si uno no quiere…¿Cómo solucionamos eso?
Apartándonos del reproche, y acercándonos a la aceptación de responsabilidades en el asunto causa de conflicto. Suele ocurrir que es uno de los miembros el que estira al otro a consultar, y que éste es el que por norma general, considera que “tiene razón” . Como eso es percibido por el contrario, se acentúa la oposición a acudir al profesional. Toca, por tanto, hacer uso de la humildad y empezar por reconocerle al otro, las propias “fallos”. Sólo desde la complicidad y la comprensión “ se llega al otro”. Mientras se mantengan posiciones de poder (posesión de la verdad, etc.), no habrá atención ni interés del otro lado, y se instaurarán la parálisis y la desilusión.
Por eso el psicólogo, porque es el único profesional capacitado y formado,para “lidiar “con la ansiedad de los sujetos y sabe reconducirla, haciendo de ella, algo productivo.