La importancia de los límites
Es evidente que a veces nos vemos obligados a decir que no, aunque no nos guste. Pero lo
cierto, es que decir siempre sí no es nada beneficioso para los niños.
La realidad, por más que nos moleste, impone unas limitaciones que a veces nos cuesta
transmitirles, porque pensamos que les vamos a provocar un sufrimiento innecesario, y por
tanto, es mejor ahorrárselo. Pero no haciéndolo, sí que les perjudicamos porque les colocamos
en un lugar “ficticio” donde creen que todo se puede.
Decir que no, nunca se tiene que interpretar como un rechazo ni un ataque a los hijos.Porque
cuando decimos NO, les mostramos una visión más ajustada de la realidad, dado que no se
puede obtener siempre aquello que se demanda. El NO les confronta a su vez con la
frustración , y ese es el dolor que querríamos ahorrarles y lo que mayor sentimiento de culpa nos
genera a los adultos; pero esta frustración también tiene sus “ventajas”, ya que ese No, les sitúa
automáticamente (respecto a lo que se puede y a lo que no se puede) y eso les ayuda a pensar
en una alternativa, que de otro modo, tal vez jamás hubiera aparecido. Haciendo un paralelismo
con los mayores, podríamos decir, que en la medida en que uno sabe que no tiene “acceso” a
algo, dirige la mirada hacia otro lugar, y eso permite abrir nuevas posibilidades en las que tal vez
de otro modo no hubiéramos pensado.
Diríamos que un NO cierra un lugar, pero abre otros; y ese es uno de los mayores beneficios de
decir NO.
Saber que hay cosas, lugares o personas que son NO, ayuda a saber al niño que hay otras (que
son todas las demás), que son SI.Y esto también ayuda a desdramatizar la cuestión, que para
algunos padres es tan complicada.