La sexualidad, todo y ser aparentemente algo natural, sencillo y propiciador de bienestar y
placer, se convierte a menudo en fuente de displacer o sufrimiento. ¿Qué sucede con esta
cuestión? Pues que es un tema complejo, en el que está en juego, no sólo el cuerpo. De este
modo, entendemos, que tal como ya “descubrieron” los antiguos pensadores griegos, cuerpo y
mente, van (o deberían ir) al unísono. No son ámbitos separados, ni separables. Es por ello,
que deben andar bien sintonizadas las dos partes para que la sexualidad fluya normalmente.
¿Qué significa esto? Que un sujeto conflictuado psíquica o emocionalmente, difícilmente tendrá
una sexualidad tranquila y gratificante. Dado que su malestar, interferirá o incidirá directamente
en su deseo sexual, al punto, en ocasiones de aniquilarlo. Y esto, a su vez, repercutirá en su
relación de pareja, o con personas del sexo opuesto ( si no se está en pareja), lo cual,
contribuirá a hacerle sentir aún peor, y empieza así un bucle inacabable de sufrimiento.
Saberse con dificultades para mantener relaciones sexuales, devuelve un acusado sentimiento
de rareza. Es decir, una persona en esa situación es consciente de que esa evitación no es
“normal”, y eso puede hacerle rehuir no sólo las relaciones sexuales, sino incluso, el contacto
con personas del sexo opuesto. Amenaza, soledad.
Otra cuestión que hace también obstáculo, es la idealización del sexo.
Es necesario haber hecho un mínimo recorrido, en lo que respecta al conocimiento del propio
cuerpo, para poder disfrutar realmente del encuentro con otro. Recorrido, que por otro lado, y
aunque suene paradójico, incluye al otro. Ya que es a través del otro que uno se percibe a sí
mismo. Es decir, es necesario un aprendizaje.
Es frecuente al principio sobretodo, en la adolescencia y juventud, sentirse algo decepcionado
al iniciar la actividad sexual. A veces, uno cree que no siente, lo que se supone que debería
sentir. ¿Y qué es lo que debería sentir? Sucede a menudo, que se han incorporado ciertos
clichés o esteriotipos que nos dejan algo descolocados en esa comparativa. Uno imagina que
dicho encuentro ha de ser, por ejemplo, como el que ha podido ver en una pelicula “porno”,
donde todo está tan acentuado, y todo el mundo, y todo el rato, disfruta al máximo. Y eso no
siempre es así. Lo cual , no significa tampoco, que no vayamos por el buen camino. Cada
persona, tiene su forma particular de sentir, y de expresar. Y su tiempo, para hacer dicho
rodaje. Y todas son válidas, y respetables.
Se trata de hacer una especie de “registro y apropiación de sensaciones” al principio, ya que
son absolutamente nuevas.
Pero esto, no es solamente asunto de jóvenes. Hay muchos adultos que se bloquean también
por el mismo motivo : “lo que debería sentir y no siento” especialmente, las mujeres, o “lo que
debería tener y no tengo” en los hombres. Para estos, los clichés incapacitantes, estarían
más del lado de la supuesta predisposición natural que se les atribuye, del tipo de “ellos
siempre tienen ganas”, o temas alusivos a la potencia. Para ellos mismos, es insoportable,
sentirse en una situación en la que no pueden sostener dichos mitos. Es una cuestión cultural,
que acaba causando estragos.
Es cierto también, que en el transcurso de los años, a medida que uno va sintiéndose más “en
paz” consigo mismo, más confiado, más seguro, el goce es mayor. Deshacerse de falsas
creencias y tabús contribuye en gran medida a lograrlo. Y, tal como he mencionado antes, el
saber más acerca del propio cuerpo, de como influye el estado anímico y del momento vital en
el que uno se encuentra, ayuda a desenvolverse mejor en este ámbito de las relaciones
humanas. Haber adquirido, con el paso del tiempo, un mejor manejo de la frustración, e incluso
un mayor sentido del humor, con que enfrentarse a los problemas, también contribuye. Y
sobretodo, pensar que todos tenemos la misma capacidad para disfrutar del sexo. Es
decir, que no hay personas que han nacido para disfrutar más de él, que otras, por una
cuestión genética, por ejemplo, ahora que está tan de moda esta concepción a la hora de dar
cuenta de ciertas patologías o trastornos.
Es por todo ello, que un especialista en Sexología, es el profesional que puede proporcionar las
herramientas necesarias para abordar y resolver toda la problemática existente alrededor de la
sexualidad, en pro de una vida más plena y serena.
Adela Nogués.
Psicóloga y sexóloga.